El autocontrol en el deporte consiste en conseguir que ante determinadas situaciones o estímulos, no aparezcan conductas no deseadas o que te puedan perjudicar y en su lugar pongamos en marcha comportamientos adaptativos que contribuyan al rendimiento en la competición. Esto sin necesidad de un control externo, sino buscando que el control sea propio.
Seguramente te vengan a la mente ejemplos de momentos importantes en tu deporte en los que hiciste algo que no debías en un momento clave. También situaciones en las que siendo capaz de hacer algo bien, no pudiste ponerlo en marcha en un momento importante. Veamos como se puede favorecer el autocontrol y autorregulación en nuestro beneficio:
Trabajar el autocontrol puede servir como hemos dicho para evitar conductas que te perjudiquen como por ejemplo:
Tomar demasiados riesgos en una carrera de automovilismo y quedar fuera cuando necesitas sumar puntos.
Provocar un penalti en contra que meta al equipo rival en el partido.
Protestar de manera airada al árbitro y quedar expulsado.
Intentar adelantar en una curva imposible en una carrera de motociclismo y caer tirando a tu rival.
En otras ocasiones el autocontrol es necesario para poner en marcha conductas que aumenten tu rendimiento:
Lanzar desde la línea de triples sobre la bocina venciendo el miedo a fallar.
Intentar liderar y mantener tu ritmo durante algunas vueltas en un Gran Premio.
Regatear a la defensa rival buscando romper líneas para generar una jugada de peligro.
Para llevar a cabo este autocontrol es fundamental el autoconocimiento:
- Analizar ante que estímulos se producen estas conductas
- Indagar en que pensamientos automáticos se generan
- Darse cuenta de las emociones que surgen y la influencia que tienen
- Analizar las consecuencias positivas o negativas de esta conducta
Una vez hecho este análisis se puede trabajar con diferentes técnicas como buscar controlar los estímulos antecedentes y cambiarlos, ensayar conductas alternativas en imaginación y en vivo, generar un auto diálogo que sirva como guía para poner en marcha o inhibir conductas. La autorregulación de los estados fisiológicos y emocionales también es un aspecto clave. Los estados de ansiedad o nerviosismo pueden hacer que te quedes paralizado y no pongas en marchar alguna conducta. También pueden hacer que tu concentración se vea perjudicada y recurras a antiguos patrones de conducta desadaptativos que querías evitar. Por tanto es importante controlar técnicas de relajación o manejo de la activación general de tu organismo para buscar tu estado óptimo.
En todo proceso de autocontrol es fundamental que las consecuencias sean positivas, que percibamos el beneficio de este esfuerzo que estamos haciendo por evitar conductas desadaptativas y poner en marcha otras mas beneficiosas y que aporten a nuestro rendimiento. Este beneficio no siempre aparece a corto plazo, por lo que hay que valorar la influencia positivas de estos cambios a medio y largo plazo.